martes, 29 de enero de 2008

Nietzsche


-No entendía a estos terrícolas tan absurdos hasta que me he tropezado con una frase de uno de sus filósofos de hace casi dos siglos- Me dice Franklin (que hoy se ha levantado desvestido con un vaporoso "neglige" de prima dona).


-¿Cuál?


-Dice así: "La locura es la excepción en los individuos, pero la norma en los grupos"


-Pues sí, explica muchas cosas.

2 comentarios:

Vanbrugh dijo...

Es curioso. Siempre he pensado que la inteligencia de un grupo es, como mucho, la del menos inteligente de sus miembros. Y que, sin embargo, la destructividad de un grupo es, como mínimo, la del más destructivo de quienes lo integran. ¿Hay algún motivo para pensar que el agrupamiento potencia las peores cualidades de los agrupados y amortigua las mejores? ¿O es más exacto decir que a mí me parecen buenas las cualidades que se amortiguan con el agrupamiento, y malas las que se potencian con él? Ni idea. Odio las muchedumbres, es todo lo que sé. Pero no sé si por culpa mía o suya.

Lansky dijo...

Sí, yo también siento fobia -literalmente- por masas y multitudes, hasta tiene nombre esa fobia, pero ahora no la recuerdo. En cuanto a lo que comentas, estoy de acuerdo: como en los equipos de música en los que el peor componente da el nivel de calidad de todo el equipo. Lo que pasa es que eso es difíclmente conciliable con el hecho impepinable de que somos animales sociales. Creo que la cuestión está en el tamaño de esos grupos o de esas conexiones sociales, que no debe exceder de el número de Dumbar: ¿cuál es el número límite de relaciones sociales que un ser humano puede mantener? La respuesta de este antropólogo del XIX fue que 150.